La guerra de Los Roses en la política argentina
Leonor Puig siguiendo su estilo de “Política y Espectáculo”, nos relata de forma amena y punzante, una realidad que asombra a muchos que la miran desde afuera.
Se habló mucho estos días – la agenda de los medios así lo planteó- de la ¿conflictiva? relación entre el presidente Javier Milei y su vice, Victoria Villarruel.
El rechazo en el Senado al DNU y la consiguiente derrota de las «Fuerzas del Cielo», acabaron por hacer visible el cortocircuito.
Villarruel es, ante todo, una mujer de armas tomar, con ideas claras. Construyó su camino con una premisa, la defensa irrestricta a los militares y a su causa. Se embanderó en esa consigna. Ese discurso prendió en buena parte de la sociedad que, cansada de que le hablen de consignas fallidas y en algunos casos sectarias, se animó a pegar el salto hacia lo desconocido.
Victoria, entonces, llegó a integrar la fórmula de LLA. Como buena aprendiz, fue tomando clases de política. Así, se armó de una agenda propia, visitó fiestas provinciales y se sacó fotos con mandatarios. Agenda propia, camino propio.
Ya en la presidencia del Senado, se erigió poderosa. «No voy a ser Cristina» dijo anoche en un video que posteó en sus redes como anticipándose a la andanada de críticas y trolls que habían calentado la previa de la sesión.
En la guerra de Los Roses, épica película de Danny De Vito de 1989, Michael Douglas y Kathleen Turner son una pareja que se casa y parece un matrimonio feliz, hasta que por un incidente terminan peleándose. Ellos se esfuerzan por quedarse con la casa donde vivían y, ya que están en proceso de divorcio, tratan de hacerse la vida imposible el uno al otro hasta el fin.
Aunque la de Milei – Villarruel no haya sido una pareja en el plano amoroso, sí lo fue en lo político, por eso bien vale la comparación. Resta saber qué destino tendrá la relación. Hagan sus apuestas…
Leonor Puig