Argentina. La política del gobierno mileísta va contra la educación pública y la calle le responde con una multitudinaria movilización a nivel país. En democracia, marchar es una forma de gritarle al Gobierno de turno que se está equivocando.
La pregunta es si alguien está escuchando ese grito.
Tantas verdades escritas a mano en los carteles que la gente llevaba, nos deja sin palabras… Hace un tiempo nos preguntamos: el presidente y su equipo ¿no ven, no escuchan? Hoy sabemos que sí ven y, aunque no escuchen, sí saben lo que hacen y las consecuencias que provocan. La cuestión es que no les importa.
Así es. Le pese a quien le pese la responsabilidad, la realidad es que las consecuencias no les importan. Y están haciendo lo que dijeron que iban a hacer: lograr sus objetivos a costa de lo que sea, es decir, de la gran mayor parte de los habitantes de esta tierra argentina.
Milei es presidente porque ganó las elecciones. Y si alguien se arrepiente de haberlo votado, pues tiene las legislativas del 2025 para repensar su voto. Pero antes, ahora, tiene la calle para expresarse y a sus representantes para exigirles que respondan a las promesas de campaña, más que a las órdenes políticas de gobernadores o pares…
Diputadas y diputados se deben a quienes los sentaron en sus bancas, es decir a las personas que los votaron. Y si miramos el mapa político del Congreso, veremos que la Libertad Avanza de Milei, no es mayoría. Todas y todos sabemos que dialogar y consensuar, acompañar iniciativas, es parte de la vida parlamentaria. Pero tiene un límite que es la frontera que le ponen los principios de sus pertenencias partidarias. Ésos que difundieron en sus promesas de campaña para conquistar nuestro voto.
Por eso, parece que hay que comenzar a moverse… para recordarles que ellas y ellos, parlamentarias y parlamentarios, son para su mucha honra, los representantes de nuestra Voluntad Soberana.
En paz, con respeto pero sin pausa, hay que comenzar a golpear las puertas en los despachos de las y los congresistas, ir a las audiencias públicas, a las reuniones de las comisiones donde tratan los temas que nos interesan y que deben atender a quien quiera expresarse, mandarles mensajes, hablar en los medios de comunicación y todo lo que se pueda hacer en el marco de la democracia, hay que hacerlo.
Algunas personas pueden hacer esto y también esperar algún cambio. Pero cada vez hay más familias que ya no pueden más… Hay que hablar por ellas y también activar la solidaridad social, sea como sea desde el lugar que cada persona pueda.
Miremos al futuro con esperanza. Nuestra realidad en la educación, fue bien expresada por
Piera Fernández, presidenta de la Federación Universitaria de Argentina cuando afirmó que estamos “Ante un estado que decide no invertir en el futuro de los jóvenes y su acceso a la educación”. No invertir es la educación es impedir que las generaciones piensen y tengan un futuro. No invertir en educación, como hoy ya vemos, es un paso más para no invertir en salud, para gobernar para pocos.
A lo largo de todo el país se acompañó la marcha universitaria que fue una marcha del pueblo. La educación y la familia son la base de una sociedad sana, que piensa, que es capaz de construir su futuro, de ser soberana de sus decisiones y en donde cada persona tiene su lugar, sus derechos, sus oportunidades: tal como lo dice la Constitución Nacional argentina.
Por Elizabeth Leites.