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OPINIÓN La decepción democrática: criticar, prometer, gobernar, incumplir, defraudar al electorado. Por Marcelo Salgado

Cuando Alfonsín recitaba el preámbulo de nuestra Constitución en el cierre de sus actos, se les ponía la piel de gallina a quienes lo escuchaban. Ni hablar de cuando decía que con la democracia se come, se cura y se educa, y ponía las demandas de calidad de vida al mismo nivel que las demandas democráticas frente a la oscura noche dictatorial.

Luego vino Menem y nos dijo: «Si decía lo que iba a hacer, no me votaban», pero la ficción del 1 a 1 y el precio del azúcar y la harina al mismo nivel durante diez años tuvo más peso que la credibilidad electoral.

Así, cada gobierno que pasó fue contradiciéndose o desmintiéndose a cada paso. Al igual que la oposición, que los criticaba y después, una vez en el gobierno, repetía la misma costumbre de no resistir un archivo y subestimar a la ciudadanía.

Saturado, agotado, enojado, el electorado probó con un outsider para ver si esta vez cambiarían las conductas de la “casta política”, tan y con justa razón denostada.

Al final, terminaron siendo peor que la “casta»: estafas, coimas y negocios con criminales que financian campañas electorales; es decir, más de lo mismo. ¡Una y otra vez, más de lo mismo!

Si el ausentismo fue la tendencia en la mayoría de las elecciones provinciales, todo indica que será igual o mayor esta vez. También es probable que el voto en blanco o impugnado se haga sentir como rechazo a la política. Hasta tal vez en menor medida, se dé un voto positivo a terceras fuerzas, sobretodo en las listas de los frentes más “provinciales” que compiten por fuera de Libertad Avanza y Fuerza Patria.

La debilidad institucional y el creciente rechazo popular a la política, incluso hacia quienes les vaya mejor el 26 de octubre, serán la principal tarea a la hora de buscar una mejora en la vida democrática de nuestra patria.

Esperemos que lo que venga después del 26 de octubre no sea peor que lo que se va. En algún momento tenemos que conseguir un buen gobierno, buenos legisladores, una mejor justicia y, sobre todo, una ciudadanía con ganas de defender nuestra vida democrática.

Marcelo Salgado para Universo Parlamentario